domingo, junio 19, 2011

El último grito

El último grito
El último grito
Martín Palermo le dijo adiós al fútbol en el Bosque. No hizo goles pero festejó casi como propio el del empate de Cellay tras una asistencia suya. Nace la leyenda...
Justo en La Plata, donde nació el hombre y el futbolista, ayer también nació la leyenda... La última imagen de Martín Palermo en el fútbol será, como no podía ser de otra manera tratándose de él, festejando un gol, aunque en este caso no haya sido suyo. Su cuenta personal se detuvo en 227 gritos locales, igual que José Sanfilippo, para compartir el quinto puesto entre los máximos goleadores de la historia del fútbol argentino. Ese gol que gritó con alma y vida, el último en su cinematográfica carrera, en realidad lo metió Cellay, para el 2-2 con Gimnasia en el suspiro final. Pero el defensor la empujó a la red gracias a ese cabezazo que Palermo le bajó hacia el corazón del área tras el tiro libre ejecutado por Riquelme. Fue, en definitiva, una asistencia a través de, quizás, su mayor virtud en el fútbol: el juego aéreo. La despedida formal de la gente y de la Bombonera, con fiesta, llanto y regalos incluidos, se produjo la fecha pasada luego del partido con Banfield. Pero ayer, tras el encuentro en el Bosque, el Titán colgó los botines de manera oficial y definitiva. El capítulo final a una historia de película fue nada menos que contra el Lobo, el club con el que tuvo una rivalidad especial durante toda su trayectoria futbolística debido a su confeso amor por Estudiantes. Y que se tradujo en la red: Gimnasia fue el rival al que más goles le metió. No fue un partido más para él por el condimento extra que significó no sólo la situación apremiante del rival con el promedio sino la presencia de su amigo y socio dentro de la cancha: Guillermo Barros Schelotto. Con el Melli hubo saludos, besos, abrazos, pero la amistad quedó ahí, hasta antes del pitazo inicial. Quizá como parte de una estrategia de acercamiento para evitar su impiadosa paternidad, la gente de Gimnasia no lo insultó como tantas otras ocasiones. Las cosas cambiarían 180 minutos después. Junto con sus compañeros, Palermo pasó del vestuario al micro, sin escalas y sin bañarse, como para salir rapidito del Bosque por las dudas, ¿vio? Durante el partido, Martín pudo haber convertido su gol N°307 en el fútbol (contando torneos internacionales, en el fútbol español y en la Selección). Tuvo un chance clara pero definió al cuerpo de Monetti. “El mejor tronco del mundo”, como lo definió alguna vez Martín Caparrós, dijo adiós. El mito, en cambio, no se irá nunca...