miércoles, noviembre 24, 2010

CASI 300...

Palermo sigue filmando su película. Va por los 300 goles.
Palermo sigue filmando su película. Va por los 300 goles.
 
La película de Palermo está por llegar a una de sus escenas más emotivas. Con el que le metió a Arsenal, el Loco llegó a los 299 goles en su carrera y quedó a uno de romper las taquillas. ¿Para cuándo el Oscar? Y sí, decididamente, Palermo siempre tiene algo más por hacer. Cuando parece que ya lo logró todo, cuando el 0-1 en el superclásico le impide festejar por última vez en el Monumental, cuando el mal momento de su equipo le saca la chance de jugar su última Copa Libertadores, cuando el desgaste de vivir tanto tiempo en Boca empieza a sacarle fuerzas y hasta lo lleva a responder sobre un eventual retiro anticipado, de repente aparece una marca más, un estímulo, otra muestra de vigencia, que le devuelve la estatura de superhéroe, que lo pone otra vez en primer plano: con el gol que le hizo el domingo a Arsenal, Martín llegó a los 299 en toda su carrera, contando los partidos oficiales en Argentina (los 36 en Estudiantes y los 229 que lleva en Boca), en Europa y en la Selección. Es decir que de meter uno más en estas cuatro fechas que faltan, apenas uno, sólo eso, estaría llegando a los 300, un número envidiable. La marca actual, estos 299 que hoy ostenta, es sobre 609 partidos jugados. Por lo tanto, en toda su trayectoria, Palermo tiene un promedio de casi medio gol por partido. Considerando la cantidad que disputó en 18 años de trayectoria, es significativo. No se trata esto de un descubrimiento, al fin de cuentas, sino de revelar que está por dejar otra huella más en este fútbol argentino que empieza a ver las últimas imágenes de uno de los más grandes goleadores de todos los tiempos, que viene a emular a los gigantes de otras épocas, los Erico, los Labruna, los Masantonio, los Pelegrina, los Sanfilippo, aquéllos nombres del gol con los que comparte el top 10 de la historia. De lograr Martín llegar a su gol 300, estaría cerrando con otro plus un año que fue espectacular para él. A veces, la memoria inmediata suele ser injusta, el presente confunde, no abre el plano del análisis verdadero. Que hoy Palermo esté sintiendo en lo físico sus 37 años, que deje la sensación de que cada vez le cuesta más seguirle el ritmo a los pibes que corren a su lado, que se le cuente cada gol no convertido como costilla, no significa que no esté vigente. Vale apenas un dato: en este momento, a cuatro fechas del final, es el goleador del año en el fútbol argentino, con 17. Tiene tres más que Rubén Ramírez, el delantero de Banfield. Cuatro más que Silva, uno de los que manda en la tabla de este Apertura 2010. Y seis más que Fuertes, por citar a un contemporáneo. Pero además, fue en este año, en el 2010, que Palermo llegó al récord de Cherro, que lo convirtió en el máximo goleador de la historia de Boca contando tanto la era amateur como la profesional. Fue en este 2010 que se convirtió en el jugador argentino con mayor edad en festejar un gol en un Mundial, el mismo del que Messi se fue sin anotar. Fue en este 2010 que, a modo de curiosidad entre las tantos que tuvo su raid de goles, que les marcó a dos arqueros distintos en un mismo partido (ante Colón, uno a Pozo y dos a Díaz, el domingo 19 de septiembre). Y es este mismo año, el 2010, que lo tiene, por lo pronto, como el goleador de Boca en los dos torneos: ya lo fue en el Clausura con 10 y ahora está arriba en el Apertura con siete, a uno de Silva y Martínez, los top scorer. Es decir, los puede pasar. A esta altura de los acontecimientos, estos mínimos desafíos parecen alimentar ese hambre de ir por más que tiene intacto. Hay que decirlo: el escenario que Boca le ofrece de acá a junio no cambiará demasiado su historia. Es cierto, ante la imposibilidad de cumplir su sueño, que era jugar otra Copa, en esta semana habló de la ilusión de retirarse en junio como campeón. “Qué mejor que eso. Es lo que me queda para poder revertir este momento y aprovechar lo último de mi carrera”, dijo. Pero lo más trascendente, lo más importante, lo que lo dejará en el bronce eterno, ya está hecho. Será por eso que en este tiempo se habló tanto de la posibilidad de que deje de jugar en diciembre. El propio Palermo, de alguna manera, alimentó esa idea. “Estoy padeciendo y sufriendo este día a día. Es el peor momento desde que estoy en el club. Boca te desgasta”, admitió, como si por primera vez ese mundo al que se había mantenido inmune comenzara a pesarle. De todos modos, él quiso descartar esa hipótesis, sin cerrarle del todo la puerta. “Mi elección fue seguir hasta junio. Y salvo que venga un técnico que no me tenga en cuenta, no veo la manera de buscarme un final por una decisión del momento”. Acaso el gol contra Arsenal y la actitud que mostró en el juego para señalar el camino a seguir lo hayan revitalizado. Quizás esta nuevo objetivo que se le presenta fortalezca su espíritu. Si hay algo que caracteriza al goleador de acero es, sin dudas, su capacidad para sorprender, aun en aquellos momentos en los que su película da señales de acercarse al final. En definitiva, son los 300 de Palermo que ya van a venir... ¿Será su última marca o irá por más?