El último grito
Martín Palermo le dijo adiós al fútbol en el Bosque. No hizo goles pero festejó casi como propio el del empate de Cellay tras una asistencia suya. Nace la leyenda...
Justo en La Plata, donde nació el hombre y el futbolista, ayer también nació la leyenda...
La
última imagen de Martín Palermo en el fútbol será, como no podía ser de
otra manera tratándose de él, festejando un gol, aunque en este caso no
haya sido suyo. Su cuenta personal se detuvo en 227 gritos locales,
igual que José Sanfilippo, para compartir el quinto puesto entre los
máximos goleadores de la historia del fútbol argentino. Ese gol que
gritó con alma y vida, el último en su cinematográfica carrera, en
realidad lo metió Cellay, para el 2-2 con Gimnasia en el suspiro final.
Pero el defensor la empujó a la red gracias a ese cabezazo que Palermo
le bajó hacia el corazón del área tras el tiro libre ejecutado por
Riquelme. Fue, en definitiva, una asistencia a través de, quizás, su
mayor virtud en el fútbol: el juego aéreo.
La despedida formal de
la gente y de la Bombonera, con fiesta, llanto y regalos incluidos, se
produjo la fecha pasada luego del partido con Banfield. Pero ayer, tras
el encuentro en el Bosque, el Titán colgó los botines de manera oficial
y definitiva. El capítulo final a una historia de película fue nada
menos que contra el Lobo, el club con el que tuvo una rivalidad
especial durante toda su trayectoria futbolística debido a su confeso
amor por Estudiantes. Y que se tradujo en la red: Gimnasia fue el rival
al que más goles le metió.
No fue un partido más para él por el
condimento extra que significó no sólo la situación apremiante del
rival con el promedio sino la presencia de su amigo y socio dentro de
la cancha: Guillermo Barros Schelotto. Con el Melli hubo saludos,
besos, abrazos, pero la amistad quedó ahí, hasta antes del pitazo
inicial. Quizá como parte de una estrategia de acercamiento para evitar
su impiadosa paternidad, la gente de Gimnasia no lo insultó como tantas
otras ocasiones. Las cosas cambiarían 180 minutos después. Junto con
sus compañeros, Palermo pasó del vestuario al micro, sin escalas y sin
bañarse, como para salir rapidito del Bosque por las dudas, ¿vio?
Durante el partido, Martín pudo haber convertido su gol N°307 en el
fútbol (contando torneos internacionales, en el fútbol español y en la
Selección). Tuvo un chance clara pero definió al cuerpo de Monetti. “El
mejor tronco del mundo”, como lo definió alguna vez Martín Caparrós,
dijo adiós. El mito, en cambio, no se irá nunca...